lunes, 12 de noviembre de 2007
En el colectivo
Subió con una mujer. Cabellos de oro, ojos azules como el zafiro, risa infantil.
No pagó boleto. Miraba a cada persona en el colectivo, a algunos con detenimiento, por ratos reía.
Comenzó a aplaudir, a cantar una canción sin sentido, a murmurar palabras mudas por un rato.
Luego de tanta exitación, se quedó inmóvil mirando por la ventanilla a pesar de que los vidrios empañados no clarificaban el paisaje de la ciudad.
La mujer que lo acompañaba, llevaba una mirada cansada, de horas sin dormir; sus ojeras lo demostraban. Sin embargo, cuando él la miraba, ella le devolvía una sonrisa.
Él le acarició el cabello. Ella lo besó en el cuello.
Y cerca de Callao y Santa Fe, se bajaron.
Ella lo tomó entre sus brazos, le dio el chupete de colores, y como despidiéndose de todos los pasajeros, el bebé nos volvió a sonreír.
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