lunes, 26 de noviembre de 2007

Diálogo entre Asmodeo y el Ruso Salzman


Asmodeo: Soy Asmodeo, inspirador de tahúres y dueño de todas las fichas del mundo.
Conozco de memoria todas las manos que se han repartido en la historia de las barajas.
También conozco las que se repartirán en el futuro. Los dados y las ruletas me obedecen. Mi
cara esta en todos los naipes. Y poseo la cifra secreta y fatal que han de sumar tus generalas
cuando llegue el fin de tu vida.

Salzman: ¿No desea jugar al chinchón?

Asmodeo: No, Salzman. Vengo a ofrecerte el triunfo perpetuo. Con sólo adorarme, ganarás siempre a cualquier juego.

Salzman: No sé si quiero ganar.

Asmodeo: ¡Imbécil...! ¿Acaso quieres perder?

Salzman: No. Tampoco quiero perder.

Asmodeo: ¿Qué es lo que quieres entonces?

Salzman: Jugar. Quiero jugar, maestro... Hagamos un chinchón.


(Alejandro Dolina - Las Crónicas del Angel Gris)

lunes, 19 de noviembre de 2007

Eterno Resplandor de una Mente Sin Recuerdos



A todos nos ha pasado, en uno o en otro momento de nuestras vidas. Estás tranquilamente en lo tuyo, haciendo cualquier cosa y de repente una canción, un sonido, una palabra, un gesto o incluso algo indefinible dispara un mecanismo en nuestro cerebro y recordamos.
La memoria tiene estas cosas, es caprichosa e incontrolable. De repente, vuelves a vivir una situación compartida con una persona en la que no has pensado por un tiempo, se te clava en el costado un recuerdo entrometido, doloroso, archivado en algún baúl perdido o bien vuelves a disfrutar de aquel maravilloso instante en el que todo parecía perfecto y el mundo cobraba todo su sentido.
Por supuesto, la memoria engaña: tenemos una lente incontrolable que aumenta o reduce la intensidad emocional de ese recuerdo, colorea a su capricho las zonas grises, deforma lo que pasó adaptándolo a nuestro punto de vista subjetivo o lo hace más acorde a nuestra actual visión del mundo. Y a veces es estupendo, claro, pero también recuerdas a aquella persona de tu pasado que compartió tu vida en un determinado momento y te hizo sufrir tanto. En un arrebato de protección, por un instante, desearías no haber conocido nunca a esa persona, borrarla de tu memoria, donde habita como un persistente fantasma... y a veces sufres por lo contrario, por no ser capaz de recordar con nitidez aquella otra historia que en su momento quisiste, por los motivos que sean, hacer desaparecer de tu mente y que ahora sólo puedes imaginarla. En cierto modo, los humanos somos memoria. Y no te puedes fiar siempre de ella.


No te mezcles en mis sueños



te lo pido por favor,
no te mezcles en mis sueños.
porque me hacen confundir
de lo que realmente siento.

por favor, te lo estoy pidiendo,
no te mezcles en mis sueños.
porque me hacen recordar
todo lo que por ti yo siento.

es lo único que te exijo,
no te mezcles en mis sueños.
porque no es justo que estés en los mios,
y en los tuyos yo ni aparezco.

Cómo


cómo decirte lo que siento;
si cada vez que te miro
me quedo sin aliento.

cómo explicarte lo que siento;
si cada vez que te escucho
mi mundo se convierte en silencio.

cómo decirte que te quiero;
si mi corazón se pierde
cada vez que yo te encuentro.

cómo explicarte que te quiero;
si lo único que me falta
es coraje, y no lo tengo.

lunes, 12 de noviembre de 2007

En el colectivo


Subió con una mujer. Cabellos de oro, ojos azules como el zafiro, risa infantil.
No pagó boleto. Miraba a cada persona en el colectivo, a algunos con detenimiento, por ratos reía.
Comenzó a aplaudir, a cantar una canción sin sentido, a murmurar palabras mudas por un rato.

Luego de tanta exitación, se quedó inmóvil mirando por la ventanilla a pesar de que los vidrios empañados no clarificaban el paisaje de la ciudad.
La mujer que lo acompañaba, llevaba una mirada cansada, de horas sin dormir; sus ojeras lo demostraban. Sin embargo, cuando él la miraba, ella le devolvía una sonrisa.
Él le acarició el cabello. Ella lo besó en el cuello.
Y cerca de Callao y Santa Fe, se bajaron.

Ella lo tomó entre sus brazos, le dio el chupete de colores, y como despidiéndose de todos los pasajeros, el bebé nos volvió a sonreír.